Cómo presentar adecuadamente a un perro y un conejo
Hay quien piensa que animales como el perro, que posee un fuerte instinto depredador, y el conejo, que en la naturaleza cumple el papel de presa, no pueden convivir pacíficamente. Nada más lejos de la realidad, pues con la educación correcta ambos pueden llegar a convertirse en grandes amigos. Eso sí, debemos seguir ciertas pautas desde el momento de su presentación; te contamos cómo llevarla a cabo adecuadamente.
En primer lugar, tendremos que practicar las órdenes de obediencia con nuestro perro, independientemente de si se encuentra ya en la casa cuando llevemos al conejo o, por el contrario, es el último en incorporarse a la familia. Debe conocer las órdenes básicas, como quieto y sentado, con el fin de hacer la presentación mucho más segura y poder controlar la situación fácilmente.
Para llevar a cabo su primer encuentro, es muy aconsejable que busquemos un espacio neutral, donde ninguno de los dos animales sienta invadido su territorio. Por tanto, es mejor realizarla en un espacio donde no coman ni duerman; además, debe ser un lugar donde podamos movernos y manejar al perro con comodidad.
Es importante que el conejo permanezca en una zona segura, como una jaula o un trasportín, donde el perro no pueda alcanzarle. Controlaremos al can con una correa, sujetándola firmemente pero evitando dar tirones; es más, se recomienda que hagamos que se tumbe o se siente mientras observa a nuestra segunda mascota. Todo ello con tranquilidad, sin presionar a los animales, realizar movimientos bruscos ni alzar la voz.
Utilizaremos el refuerzo positivo, recompensando al perro con caricias y palabras amables cuando se muestre sereno. Por otro lado, si notamos que el conejo se asusta o que el can se excita demasiado, lo alejaremos de la zona hasta que ambos se calmen. Poco después volveremos a intentarlo.
Llevaremos a cabo estas pequeñas sesiones cada día, hasta que las dos mascotas comiencen a interesarse la una por la otra, a acercarse y olfatearse. Siempre bajo nuestra supervisión, al menos durante las primeras semanas, hasta que comprobemos que no hay peligro. Si el perro muestra agresividad, tenemos que corregirlo con un firmo “no” y llevárnoslo de la habitación. Necesitaremos paciencia, ya que a veces el proceso es largo.
Sólo cuando estemos seguros de que no hay riesgos, cogeremos al conejo en brazos y dejaremos que el can lo olfatee. Es mejor que nos ayude algún amigo o familiar que pueda llevarse al animal o tirar de la correa en caso de ser necesario. Con el tiempo, ambos acabarán acostumbrándose a su presencia e incluso puede que entablen una fuerte amistad.
En algunos casos estos consejos no son suficientes para cumplir este objetivo. Si advertimos problemas de comportamiento o muestras de agresividad en nuestro perro debemos acudir a un adiestrador profesional.
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