Cómo enseñar a mi gato a no morder
Todos los que hemos adoptado o adquirido a un gato siendo cachorro hemos recibido algún que otro mordisco. Es algo completamente normal, ya que a fin de cuentas, los gatitos usan también sus dientes para explorar todo lo que tienen a su alrededor. Pero esto no significa que tengamos que dejarle que nos muerda; de hecho, es muy importante enseñarle que no puede hacernos eso para evitar que surjan problemas en el futuro.
¿Cómo conseguirlo? Con mucha paciencia, y con los consejos que te voy a dar a continuación. Descubre cómo enseñar a mi gato a no morder.
Ya desde el primer día en el que el gato llega a casa hay que jugar con él utilizando siempre un juguete: un plumero, una cuerda, un peluche…, o lo que prefiramos (excepto cordones, porque luego va a jugar con los de los zapatos, y a ver quién le dice que no puede hacerlo. Es muy, muy importante que tengamos esto en cuenta: el juguete tiene que estar entre el gato y nuestra mano; es decir, que ha de servirnos como ”escudo” de protección.
En ningún caso hay que ponerle un peluche entre sus patas y moverlo bruscamente de un lado a otro, ya que de lo contrario lo que haríamos sería animarle a que atacase, no sólo al peluche, sino también a la mano, por lo que una vez que fuese adulto nos haría esto:
Algo que duele mucho. Así pues, bajo ningún concepto tenemos que ponerle nervioso si no queremos que saque sus uñas y nos deje la mano con algún que otro arañazo y/o mordisco.
¿Qué hacer si me muerde?
Lo primero que tienes que hacer es tener paciencia. Si por lo que sea te ha pillado la mano y la tiene entre sus patas, ciérrala y no hagas ningún movimiento. Poco a poco se calmará, y tú podrás recuperarla. Una vez la tengas, no le grites ni le pegues, pues no serviría para nada, sólo para que te tuviese miedo. Simplemente ignóralo, y al cabo de cinco o diez minutos ponte a jugar con él utilizando un juguete.
Si quieres evitar que te muerda, te recomiendo tratarlo con respeto, estando tranquilo/a. Los gatos, por lo general, son animales tranquilos, a los que no les gustan los movimientos bruscos, por lo que si no queremos que nos muerdan, es conveniente permanecer calmados.
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